LA FAMILIA Y SU RESPONSABILIDAD EN LA FORMACION INTEGRAL DE SUS HIJOS/AS
La formación de los hijos e hijas es quizás el tema más complejo e importante en el que se mueven los padres de familia cotidianamente, pues ahí se juegan el futuro de ellos y ellas.
Los procesos formativos permean la totalidad del ser humano y se trasmiten en la cotidianidad tanto con lo que decimos y hacemos como también con lo que no decimos y dejamos de hacer. Para ilustrar esto, por ejemplo podemos ver que se están desarrollando (aunque de manera muy distinta) las dimensiones ética, afectiva, comunicativa y sociopolítica en un bebé (o en un niño o joven), cuando se le habla, se le escucha, se le transmite amor y también cuando se le ignora, se le violenta o no se le manifiesta intencionalmente el amor.
La responsabilidad primaria de esta formación, y más aún hoy en día que con mucha facilidad se han ido delegando asuntos que eran propios de la familia y se han “endosado” activa o pasivamente a los medios de comunicación, al Colegio, a la Iglesia, a agentes de la Política o incluso a las empleadas domésticas. Asuntos tan básicos como enseñar desde la casa el respeto, la solidaridad, los buenos modales, la forma de comunicarse con Dios, los aspectos necesarios para una sana sexualidad, el control sobre lo permitido y lo prohibido, entre otros ya no los maneja la familia, siendo ésta la encargada de la socialización primaria de sus hijos, en otras palabras, es la responsable de posibilitar los medios para permitirle al hijo/a que pueda ingresar en la cultura. Al resto de instituciones les corresponde hacer una socialización secundaria, que debe complementar la recibida en el hogar pero nunca reemplazarla.
“La formación integral consiste en la forma de poner en marcha la integración de las diferentes dimensiones inherentes al ser humano” (P. Gerardo Remolina S.J., 2001,6). Este es el papel fundamental de la familia: posibilitar en su hijo/a el reconocimiento de cada una de las dimensiones que lo constituyen como humano para que de manera consciente y crítica pueda llegar a desarrollarlas y como consecuencia le posibiliten una identidad con la sociedad y al mismo tiempo una construcción de una autenticidad personal.
GUSTAVO ADOLFO RAMIREZ GARCIA, CULTURA, CONACED, NO. 234, 2010
Pamplona, abril de 2011 No. 1
EL INFORMATIVO BETHLEMITA es un medio de formación y comunicación entre el colegio y cada una de las familias de nuestros estudiantes. Presenta temas de interés que llevan a reflexionar, evaluar y mejorar todo cuanto nos proponemos realizar en la misión que tenemos como padres de familia y educadores.
Como familia Bethlemita debemos estar unidos y en sintonía en el compromiso de “Educar en Valores”, no podemos bajar la guardia en esta tarea, puesto que son muchos los factores que continuamente asechan a nuestros niños y jóvenes, entorpeciendo todo cuanto nos proponemos hacer en esta dirección.
EL VALOR DE LA VERDAD en este año 2011 es la prioridad entre todos los valores que en forma permanente nos proponemos suscitar en nuestros estudiantes a través de nuestro quehacer pedagógico y formativo.
El término VERDAD se suele colocar al lado de otros términos sinónimos: Autenticidad, coherencia, honestidad, sinceridad, integridad, transparencia, persona de una sola pieza.
Contrapuesto a la VERDAD, está la mentira, la hipocresía, el fariseísmo, la doblez, el engaño, inescrúpulo, ocultamiento, etc.
Al hablar de la VERDAD, necesariamente tenemos que hacer alusión a:
- La VERDAD del Ser.
- La VERDAD del pensar
- La VERDAD del hablar
- La VERDAD del obrar
La VERDAD del Ser: Ser aquello que uno es, que uno debe ser. Vivo la verdad de mi ser cuando sé que me comporto con lo que me exige mi origen, mi fin como persona humana, cuando tengo trascendencia y sentido. Cuando se vive la verdad de su ser, se vive realizado, feliz, digno y se e ele va sobre todo el universo material y animal.
La VERDAD del pensar, cuando mi mente coincide con la verdad de las cosas; la verdad del trabajo, del dinero, del estudio, del matrimonio… Cuánta formación se necesita para descubrir la verdad de las cosas y pensar así con veracidad de ellas. Lo contrario a la verdad del pensar es el error, que puede ser consciente e inconsciente, voluntario e involuntario.
La VERDAD del hablar: Las palabras deben ser manifestación leal de lo que pensamos. Por medio de las palabras hacemos partícipes a los demás de lo que llevamos dentro. La palabra es fuente que hace transparente a los demás el corazón y la intimidad de la persona. Lo contrario a la verdad del hablar es la mentira.
La VERDAD del obrar es vivir en coherencia de vida entre lo que se cree, se dice y se vive. Si se vive esta verdad habrá sinceridad, lealtad, justicia, equidad y fidelidad a los compromisos asumidos. Lo contrario a la verdad del obrar es la incoherencia, la hipocresía, el fariseísmo.
La VERDAD la encontramos en la persona de Jesucristo. Jesús es la VERDAD, El mismo lo expresó: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. 14,6).
La VERDAD es el conocimiento de Dios por Jesucristo. (Jn. 8,31).
Tener la VERDAD es tener la vida eterna. (Jn. 17,3). Jesucristo es la encarnación real de la VERDAD.
Para vivir el valor de la VERDAD auténticamente, debemos mirar siempre a Jesús y centrar nuestra vida en El.
Decir la verdad nos hace libres, nos da fortaleza espiritual y generamos confianza, la mentira esclaviza.
Si mentimos perdemos la libertad de sentirnos íntegros, satisfechos y orgullosos de nosotros mismos, al tiempo que emprendemos un camino sin regreso, de temer que puedan descubrir mis mentiras.
Vivir el valor de la VERDAD en este tiempo de tanta deshonestidad y engaño es una urgencia.
Como familia Bethlemita tenemos un compromiso muy serio de fundamentar toda nuestra vida en valores humano-cristianos, debe ser la tarea de todos los días, trabajando especialmente este año en el valor de la VERDAD, que es bien exigente. Esperamos que a final de año nos sintamos satisfechos, porque hemos fortalecido la vivencia de este valor que nos lleva a ser coherentes en el ser, pensar, hablar y obrar.
Hna. Amparo León T. Bethl.
RECTORA
No le saquen el cuerpo a la verdad. Afróntela a tiempo. Y la verdad, en muchos casos, radica en que sus hijos e hijas están madurando biches, el licor, el sexo, la droga, las fiestas sin vigilancia, los llevan, ciegos y audaces, a perpetrar crímenes de jóvenes o adultos. Y con cierta lógica, la sociedad -como en el caso reciente de los niños asesinos, de los Estados Unidos- pide que les apliquen la pena capital a estos niños, ya que han actuado como adultos: o, lo que resulta también lógico, si los responsables intelectuales son sus padres, entonces que les apliquen a éstos la pena de muerta. ¡Horror! Y no les falta razón a quienes así piensan.
Como si esto fuera poco, para que ustedes, padres y madres, se acaben de asustar y comiencen a reaccionar, los suicidios de adolescentes van en aumento en nuestro país. La tasa más alta de suicidios el año pasado se dio entre jóvenes varones entre los 14 y 20 años.
Padres y madres de familia: háganlo por ustedes, eduquen a sus hijos e hijas.
No olviden el viejo refrán: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”. Si quieren conservan intactos sus ojos viendo maravillas de hijos e hijas bien educados, que los llenen de consuelo, reaccionen y recuperen la autoridad, la amistad, el influjo frente a sus hijos. Si no los hacen por ustedes, háganlo por ellos, háganlo por Colombia.
Hoy se habla mucho de paz y se hace poco o nada por conquistarla.
El camino que conduce a la paz se llama educación, la verdadera educación: orientación, valores morales, responsabilidad, y sobre todo, fe en Dios.
Termino con la frase que les escribí en días pasados: “Si ustedes no les dan a Dios a sus hijos, ellos se encargarán de buscarse al diablo, en forma de culto satánico, sexo, droga, licor y, Dios no lo permita, de suicidio”. Escojan.
ALFONSO LLANO ESCOBAR. S.J.
no ayudará a nuestros hijos a ser personas equilibradas, ya que obedecerán por temor y a la larga se revelarán sin haber conseguido hacer de nuestros hijos personas maduras y responsables.
La ausencia de autoridad de los padres, es decir, la ausencia de normas, de límites, de acciones que deben ejecutar, desconcierta a los hijos. Les hace sufrir porque desconocen el camino a seguir. Cuando el niño sabe exactamente lo que se espera de él, conoce los límites y normas que debe cumplir, cuando se le exige acompañado de cariño, el niño SE SIENTE SEGURO, tiene referencias y nosotros por tanto estamos ejerciendo bien la autoridad.
ALGUNOS CONSEJOS PARA EJERCER CORRECTAMENTE LA AUTORIDAD
1. Ambiente de confianza.
2. Normas: pocas, claras y bien entendidas.
Si damos muchas órdenes, como no podemos ser obedecidos en
Todo, les estamos enseñando a desobedecer.
3. No repetir las órdenes. Intervenir constantemente es la causa más
habitual de pérdida de autoridad.
4. La autoridad padre-madre se comparte, no se delega, pues en un
claro síntoma de no tenerla.
5. Escoger el momento adecuado para dar una orden, no buscar
circunstancias que lo humillen.
6. Utilizar ayudas no verbales: la distancia, el tono, la postura. Cuánto
más a su altura, mejor.
7. Hablarle a solas.
8. Ponerse en su lugar… y decírselo.
9. Mostrarle la seguridad de que va a mejorar y de que el conflicto
no está entre el padre y el hijo, sino entre la norma y él.
10. No basar la educación en premios y castigos. Es un vulgar
chantaje.
11. Reconocer los propios errores. Eso también dará seguridad al
niño.
La autoridad es un servicio en el desarrollo personal de los hijos y es la principal influencia externa respecto a su educación en positivo.
SE LE ESTAN YENDO LOS HIJOS DE LAS MANOS?
El país del mañana, para bien o para mal, depende de los adolescentes de hoy.
Y los adolescentes dependen, casi en un ciento por ciento, de los hogares en que crezcan, más que a los centros educativos y de los amigos.
Nada influye tanto en los criterios, valores y conductas de los adolescentes como el modelo de padres y madres que les hayan cabido en suerte.
Y aquí puede radicar la gran crisis moral que atraviesa Colombia: los hogares están dejando de ser tales, vale decir, hogares, centro afectivo y humano de equilibrio, de madurez y educación de los hombres y mujeres que necesita Colombia. Porque, a decir verdad, ¡de qué tiene necesidad el país: de economistas, de médicos y abogados?
Por su puesto, pero ante todo, de hombres y mujeres a carta cabal, amigos de la verdad, de la honestidad y del decoro capaces de dar la palabra fiel e irrevocable, respetuosos de sus semejantes, cumplidores de sus deberes. Y de estos hombres y mujeres está sintiendo añoranza Colombia.
Se le fueron y ¡ojalá que no sea para siempre!
Se están acabando los verdaderos hogares, en primer lugar porque van disminuyendo en forma alarmante los hogares estables. Las parejas actuales se casan pomposamente (de paso, ojalá se acabara tanta pompa y se tomara más en serio el compromiso matrimonial) y a la vuelta de tres o cinco años se acaban y “si te vi, no me acuerdo”. Borrón y cuenta nueva. ¿Y los hijos?
Estos van pasando de mano en mano y quedan a la deriva, con frecuencia, sin educación, sin orientación y sin amor.
Destapemos el problema para poder manejarlo y, en la medida de lo posible, resolverlo. Digámoslo claramente: LOS HOGARES DE HOY EN DIA NO ESTAN EDUCANDO. Se limitan a atiborrar literalmente a esos niños y niñas de ciencia, comida, aparatos y comodidades. “Que no les falte nada; que no sufran nada”, es la divisa de los padres de familia, convencidos de que, con esta fórmula materialista, cumplen con su responsabilidad de educarlos. Y seamos serios: en la comodidad no consiste la educación. Veamos por qué.
Educar consiste en la tarea más sublime que puede cumplir un ser humano sobre la tierra: sacar, desarrollar la conciencia, cultivar los valores morales, orientar, ayudar a descubrir el sentido de la vida, del trabajo, del amor, de la misma muerte, educar es, en síntesis, formar al hombre, a la mujer, capacitarlos para que vivan como personas autónomas, responsables, respetuosas de los demás, servidoras de Dios y de la Patria. En esto consiste educar y, lamentablemente, se está convirtiendo en una dote muy escasa.
Y lo peor de todo es que por el descuido de educar a los hijos y el creciente influjo en ellos de amigos, diversiones, música, videos, sexo, licor, drogas y experiencias fuertes, se les están yendo de las manos, queridos padres y madres de familia.
Y la primera causa de este grave y peligroso hecho es la pérdida de autoridad moral de ustedes por falta de presencia, de ejemplo, de amor vigilante y de vigilancia amorosa.
Padres y madres: despierten, no sea que mañana ya sea tarde. Luego tendrán que llorar con lágrimas o, peor aún, mirar con indiferencia, las consecuencias de no haberles dado verdadera educación.
Las conductas criminales que ejercían antes los jóvenes –raras veces ellas- entre los 20 y 30 años, ahora las están observando los niños de 10 a 13 años y los adolescentes de 13 a 18 años, ¿Por qué? ¿Se han preguntado?
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE CÓMO MEJORAR
EL EJERCICIO DE LA AUTORIDAD CON NUESTROS
HIJOS PEQUEÑOS
En Educación Infantil nunca podemos olvidar la importancia que tiene la adquisición de hábitos y con cuatro años uno de los hábitos estrella es la obediencia.
Muchas veces nos preguntamos por qué desobedecen nuestros hijos. Ellos lo hacen para probar su voluntad, porque quieren autoafirmar su yo, para llamar la atención, etc.
¿En qué suelen desobedecer?
<! A la hora de vestirse o desvestirse.
<!-Al recoger los juguetes.
Al ir a bañarse.
<>Ir a cenar.
<>Irse a la cama.
Todo esto es normal, pero es importante analizar cómo reaccionamos nosotros, puesto que la obediencia de los hijos está relacionada con la forma de mandar de los padres, es decir, cómo ejercemos la autoridad sobre ellos.
Es importante recordar los puntos fundamentales para ejercer la autoridad correctamente:
<!->Nuestros hijos deben saber diferenciar lo que está bien de lo que está mal para que maduren responsablemente y sean capaces, más tarde, de tomar sus propias decisiones.
<!->La clave está en combinar exigencia con cariño.
<!->Ser coherentes de manera que los niños puedan conocer perfectamente las consecuencias de cumplir o no las normas del hogar.
<->Ejercer la autoridad es enseñar valores positivos, es enseñar a madurar a nuestros hijos en la responsabilidad. El autoritarismo es imponer unas normas por el poder que tenemos sobre nuestros hijos sin pararnos a enseñarles a diferenciar el bien del mal. Se impone por poder no por cariño. Esta forma de actuar.
CIRCULARES DEL COLEGIO:
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